El Futuro de la Repitencia en Argentina: ¿Un Cambio Necesario en la Educación?
En la siguiente columna, analizaremos los argumentos a favor y en contra de eliminar la repitencia en el sistema educativo argentino. Comprenderemos que esta decisión no se reduce a un simple “sí” o “no”, sino que, como dirían los historiadores, “es más compleja”.
EDUCACIÓN
Rodrigo Gómez
7/29/20248 min read


La educación en Argentina está en crisis. Esto se refleja en las evaluaciones, deserciones y las dificultades que tienen los jóvenes para comprender un texto o resolver ejercicios matemáticos. Aunque para solucionar gran parte del problema el sistema educativo necesita ser financiado y no atacado, hay provincias que consideran alternativas para mejorar los indicadores y la calidad educativa, aunque no sin generar polémica. Una de estas provincias es Buenos Aires, que ha planteado la posibilidad de eliminar la repitencia en las escuelas secundarias en el futuro. Esto nos lleva a preguntarnos si eliminar la repitencia es la solución a los problemas educativos o si, por el contrario, podría generar desmotivación y producir el efecto opuesto al esperado. En esta columna analizaremos los argumentos a favor y en contra de esta medida, comprendiendo que no se trata sólo de un “sí” o “no”, sino que, como dirían los historiadores, “es más complejo”.
Números que preocupan
Hace años que Argentina acarrea malos resultados en los indicadores educativos. Aunque se intentó atribuir esto a la pandemia, la realidad muestra que el impacto negativo de la misma no fue tan alto. Lo dicho plantea una cuestión positiva y otra negativa. La primera es que, a pesar de la falta de preparación y recursos, el sistema educativo durante la pandemia fue sostenido por docentes, trabajadores, familiares y alumnos que lograron mitigar las consecuencias negativas de la falta de clases presenciales debido al COVID. La segunda es que, al observar que los resultados de las últimas pruebas no tienen como principal causa la pandemia, nos encontramos con un país que ha venido empeorando durante varios años y debe buscar el origen de los problemas educativos en otros factores. Apartar a la pandemia como causa principal nos invita a reflexionar sobre las fallas estructurales del sistema educativo.
Para aclarar lo mencionado, es necesario revisar las pruebas. Presentaremos datos de un dispositivo de evaluación: el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), organizado por una organización internacional. Los informes de PISA se realizan cada tres años y evalúan a adolescentes de 15 años. Las evaluaciones del programa incluyen matemáticas, lectura y ciencias naturales. Las últimas pruebas realizadas en el país fueron en 2022 (con resultados publicados en 2023) y reflejaron lo siguiente:
Más de la mitad de los estudiantes del país quedaron por debajo del nivel básico en matemáticas (un 73%); en lectura y ciencias, la mitad de los estudiantes no alcanzaron los niveles básicos; Argentina, entre 81 países, se ubicó en el puesto 66 en matemáticas, en el 58 en lectura y en el 60 en ciencias. Si comparamos estos resultados con los anteriores (pruebas realizadas en 2018), podemos afirmar que son similares. Argentina sigue lejos de estar entre los mejores países de Latinoamérica y también distante de la media de los países que participan en estas pruebas. Además, al analizar datos de evaluaciones anteriores, nos damos cuenta de que los malos resultados del país son una constante desde hace más de una década.


Entonces, ¿Cuál es el problema?
Sin la pandemia como principal factor, debemos reflexionar sobre otros elementos que contribuyen a los malos resultados. Lo primero a considerar son los grandes y constantes cambios en la sociedad, que no encuentran una correlación en el sistema educativo. Observamos avances en tecnología, modos de vida, interconexiones y nuevas problemáticas, pero las formas de enseñar, aprender, los programas, proyectos y contenidos han permanecido inalterados durante años.
En un mundo completamente diferente, se mantienen los modos de organización y acción sin modificar siquiera los propósitos de la educación. Esto es fundamental, ya que para cambiar o modificar algo se debe comprender el propósito que se le da a la educación. Este, debe ir más allá de obtener mejores resultados en las evaluaciones; saber cuál es conlleva poder generar cambios significativos. Es decir, debemos reflexionar sobre para qué está el sistema educativo hoy, qué queremos que aprendan nuestros estudiantes o qué tipo de personas queremos formar.
En definitiva, necesitamos entender al servicio de qué está la educación en el país. Definir esto también puede ayudar a motivar a nuestros estudiantes, quienes en muchos casos no saben para qué asisten tantas horas a la escuela. Para hablar de innovación, primero debemos saber para qué sirve la escuela, no se trata sólo de incorporar de formas aisladas elementos tecnológicos en algunas escuelas.
La falta de infraestructura e inversiones en educación también son un problema. Encontramos escuelas en mal estado, sin porteros, sin materiales ni herramientas de trabajo, sin conexión a internet, con falta de agua o energía eléctrica, con grupos grandes de alumnos a menudo hacinados en las aulas, docentes mal remunerados con sueldos que no superan la línea de pobreza y que deben tener más de un trabajo, poca accesibilidad, entre otras complicaciones que deberían estar solucionadas si queremos que los actores del sistema educativo puedan cumplir con normalidad lo que se espera de ellos.
Por último, las desigualdades económicas y los problemas familiares también son factores importantes. Solo por mencionar algunos ejemplos, en muchas escuelas del país asisten estudiantes que trabajan, o que no pueden comer y van a la escuela a recibir su única comida del día. También hay adolescentes que asumen otras responsabilidades en sus casas y no pueden dedicar tiempo al estudio o llegan a la escuela preocupados por los problemas que enfrentan. No se puede dejar el cansancio, el hambre o los problemas fuera de la escuela; esto impacta en su desempeño académico. Si a estas complicaciones sumamos las decepciones o frustraciones debido a no poder lograr buenos resultados o tener que volver a cursar un año sin sus compañeros, tenemos factores considerables que contribuyen a la deserción escolar.
Mencionamos estos problemas no con el objetivo de profundizar en cada uno de ellos (los cuales merecen una columna aparte), sino para observar que gran parte de los mismos no se solucionarán eliminando la repitencia. Esto no quita que su eliminación pueda tener impactos positivos; de hecho, si hablamos de hacer cambios y no seguir haciendo lo mismo, esta podría ser una de esas transformaciones. No obstante, debemos evaluar si las condiciones están dadas y analizar los resultados de medidas similares en otros lugares.
Argumentos a favor, en contra y conclusiones
Durante las últimas semanas, los medios conservadores criticaron la medida sin un análisis profundo. Podemos observar al reconocido periodista Feinmann comentando cosas como “ojalá hubieran eliminado esto cuando yo cursaba” o “en este país siempre se busca nivelar para abajo”. Dichas palabras reflejan el poco interés en analizar el impacto que puede tener una medida así y también denotan pensamientos que están instalados en el sentido común de muchas personas, alimentados por estos medios que buscan generar indignación y profundizar las desigualdades sin comprender o intentar buscar alternativas para resolver los problemas educativos. Antes de seguir, aclaramos que suprimir la repitencia no necesariamente conlleva reducir las exigencias académicas.
Dentro de los argumentos a favor de mantener las cosas como están, el más coherente refiere a que una decisión así debe tomarse una vez que las condiciones estén garantizadas. Es decir, no se niegan los impactos negativos que trae la repitencia ni se afirma que la misma tenga utilidad en el aprendizaje, pero sí se cuestiona la medida si se aplica de forma aislada como un último recurso para evitar la deserción escolar. Esto podría generar desmotivación en los estudiantes que sí lograron pasar de año (partiendo de un pensamiento individualista) o falta de interés debido a que, de alguna manera, todos logran pasar de año. Esto hay que tenerlo en cuenta debido a los niveles elevados de ausentismo que se registran en los últimos años. No obstante, la mayoría de los programas en los cuales se elimina la repitencia exigen condicionamientos mínimos, como la asistencia a clases u otros espacios de refuerzo. Además, se plantea que repetir puede ayudar a reforzar aprendizajes, argumentando que lo que le faltó al estudiante es algo más de tiempo para comprender un concepto, desarrollar alguna habilidad o mayor compromiso con una materia.
Todos los argumentos anteriores encuentran una respuesta o cuestionamiento al analizar la situación educativa. La repitencia ha demostrado no generar impactos positivos en los estudiantes ni en los aprendizajes. De acuerdo con un informe del INDEC en 2019, el 24% de los estudiantes que repitieron abandonaron la escuela al año siguiente. Por otro lado, si hablamos de que a un estudiante le faltó tiempo para reforzar conocimientos en algunas materias, no tiene sentido que deba cursar nuevamente las materias que sí aprobó (podemos sumar, que es incoherente repetir el año si se aplican las mismas formas de enseñanza al estudiante). Lo más lógico en estos casos sería permitirle avanzar de año y elaborar programas de acompañamiento y apoyo que le permitan al estudiante adquirir los conocimientos y habilidades necesarios para acreditar las materias que le hacen falta. Modelos similares se encuentran en países como Finlandia, Suecia, Paraguay, Uruguay y Dinamarca, entre otros. Aunque cada uno tiene sus particularidades y varía según los niveles, estos países han implementado programas de apoyo personalizados y continuos que buscan recuperar a los estudiantes que no han aprobado algunas materias sin que pierdan el año. También en nuestro país tenemos provincias que han avanzado por este camino, pero todavía de forma experimental.
Además, evitar la repitencia previene la estigmatización del estudiante por parte de otros y su propia frustración o desánimo ante un mal resultado, y junto con esto, puede generar menos ansiedad, inseguridad y estrés. La medida puede lograr que los estudiantes tengan mayor confianza, pero para ello debe estar acompañada de programas y ajustes necesarios que, como se mencionó anteriormente, den un sentido más allá de evitar la deserción.
Con todo lo mencionado, debemos afirmar que puede ser un error eliminar la repitencia sin considerar una modificación integral del sistema educativo. La medida aislada sí puede traer consigo factores negativos. Sin embargo, los planes, reformas o programas a futuro deben contemplar una educación en la cual no exista repitencia y se implementen formas de acompañamiento que ayuden a los estudiantes a acreditar las materias que les faltan. Aprender siempre será más importante que aprobar, pero es fundamental entender que las evaluaciones son una parte esencial del proceso de enseñanza-aprendizaje. Debemos utilizarlas para ayudar a los estudiantes a avanzar en el sistema educativo al cumplir con ciertos objetivos, sin que él no alcanzarlos en algunas disciplinas signifique su estancamiento. Para esto se requiere no sólo una mayor inversión en docentes e infraestructuras, sino también una reflexión sobre una educación nueva que se adapte a las demandas actuales y proponga el tipo de sujetos que se desea formar. Solo de esta manera se logrará revalorizar el rol de las escuelas en el país y superar la problemática de tener egresados que luego no puedan comprender textos o tengan dificultades para ingresar a las universidades o al mercado laboral.
Fuentes
-Ámbito “¿Es conveniente eliminar hoy la repitencia en la secundaria?”. Disponible en: https://www.ambito.com/opiniones/secundaria/es-conveniente-eliminar-hoy-la-repitencia-la-n5653404
-Semanario “La verdad detrás de la eliminación de la repitencia”. Disponible en https://semanariodejunin.com.ar/nota/48185/la-verdad-detras-de-la-eliminacion-de-la-repitencia/
-Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC). Alumnos repitentes de educación común por nivel de enseñanza. Disponible en: https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-4-33-98


Soy profesor de historia (si saben de alguna vacante, llámenme), estoy intentando ser licenciado y soy papá de dos perritas. Soy hincha fanático de San Lorenzo y, obviamente, amo a Messi (ojalá estés leyendo esto, Messi). Pueden escucharme en "Con El Diario del Lunes", un podcast tan bueno como intermitente que hacemos con amigos, donde hablamos de varios temas.