1º DE JULIO: PENSAR LA HISTORIA, INTERVENIR EN EL PRESENTE

El Día del Historiador invita a reflexionar sobre el uso del pasado en el presente y el rol activo de la historia en los debates públicos actuales.

HISTORIA

Alexander Gómez

7/1/20253 min read

El 1º de julio se celebra en Argentina el Día del Historiador. Dicha efeméride se instauró en el año 2002, cuando el Congreso de la Nación instituyó la fecha con motivo de conmemorar la decisión del Primer Triunvirato (1812) que ordenó “se escriba la historia de nuestra feliz revolución para perpetuar la memoria de los héroes y las virtudes de los hijos de América del Sud, y la época gloriosa de nuestra independencia civil, proporcionando un nuevo estímulo y la única recompensa que puede llenar las aspiraciones de las almas grandes”*. En ese marco, resulta pertinente realizar una breve reflexión sobre el trabajo del historiador y su lugar en la sociedad actual, especialmente ante los múltiples usos y representaciones del pasado que circulan desde una perspectiva oficialista y que, en muchos casos, se alejan de las interpretaciones construidas desde el ámbito académico.

El abordaje del pasado no es patrimonio exclusivo de los cientistas sociales. A través del análisis de los usos públicos y políticos de la historia, es posible identificar tanto los tratamientos historiográficos producidos por historiadores como aquellos desarrollados por actores ajenos a la academia. La cuestión central radica en la forma en que determinados sectores -sean o no especialistas- seleccionan, interpretan y transmiten fragmentos del pasado con el fin de sustentar relatos identitarios, consolidar memorias colectivas o legitimar proyectos políticos.

Las conmemoraciones, las campañas oficiales y los discursos de exaltación son espacios privilegiados donde la historia se convierte en un terreno de disputa simbólica. Como advierte Pagano (2021), “ese pasado puede ser formulado por el Estado, por diversas instituciones sociales, políticas o jurídicas, o también por grupos e incluso individuos” (p. 69)**. En este marco, la historia opera como un campo en tensión, donde distintas versiones pugnan por instalarse como hegemónicas en el imaginario social. Así, la historiografía no puede disociarse de una de sus dimensiones: contribuye a la construcción de identidades, a la legitimación de proyectos y a la orientación de los sentidos colectivos en función del contexto histórico en el que se produce.

En el actual gobierno de Javier Milei, se observa una reactivación de ciertos discursos históricos que funcionan como pilares para la legitimación de sus políticas. Entre ellos, se destacan la idealización de la Argentina de fines del siglo XIX, la reivindicación de figuras como Julio Argentino Roca y la resignificación del 12 de octubre como un supuesto “inicio de la civilización en el continente americano”, así como un marcado negacionismo respecto de los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico-militar. Lo novedoso en esta coyuntura es la forma en que se difunden estos discursos: las redes sociales, el uso sistemático de fake news y la no implementación de una crítica académica, los cuales consolidan una narrativa que plantea la existencia de un pasado glorioso -arruinado por el populismo- que debe ser recuperado. Esta operación, carente de fuentes, de contrastación documental y de rigor interpretativo, se inscribe dentro de un uso fuertemente ideológico de la historia, en línea con procesos similares observables en otros gobiernos de derecha a nivel global.

Frente a estos escenarios, la comunidad académica enfrenta el desafío de disputar los sentidos del pasado en el espacio público. No se trata solo de producir conocimiento riguroso, sino también de intervenir en los debates actuales, de promover una divulgación crítica y accesible, y de resistir los intentos de manipulación histórica que buscan validar proyectos políticos regresivos. En este sentido, con motivo del Día del Historiador, se vuelve necesario continuar reflexionando sobre los espacios en los que hoy circula el conocimiento con impacto en la sociedad, así como sobre los tipos de saberes que logran alcanzar visibilidad y legitimidad pública. Más que una simple efeméride, esta fecha representa una oportunidad para pensar colectivamente el sentido y el lugar del oficio de historiar en el presente. Porque pensar históricamente no constituye un lujo académico, sino una necesidad profundamente democrática.

Notas

*Ley 25566

**Pagano, N. (2021): “El pasado en el presente. Los museos históricos: una reflexión historiográfica” En: Cuadernos del Instituto Ravignani, 1, segunda serie. Pp 55-82.

Autor: Alexander Gómez es Profesor y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Misiones y becario doctoral de CONICET.